2023: Año de Francisco Villa, el revolucionario del pueblo
30/11/2023
Amigas, amigos,
Autoridades civiles, militares,
Estudiantes del Heroico Colegio Militar,
Familiares que los acompañan;
Es un honor poder asistir a esta última ceremonia por los festejos de los 200 años de la fundación del Heroico Colegio Militar. La formación de los jóvenes para la defensa de la patria ha sido un proceso largo y abnegado, pero sin duda glorioso. No es casual que la preparación de militares para la defensa nacional haya surgido al mismo tiempo que México estaba logrando a duras penas su independencia nacional; recordemos que el cura Miguel Hidalgo convocó al pueblo a luchar por la independencia y en contra de la esclavitud, pero es hasta 1821 que formalmente nos separamos como país de la metrópoli española. Inclusive, todavía, años después, los colonialistas se resistían a salir de nuestro territorio y permanecían atrincherados en el fuerte de San Juan de Ulúa hasta que en 1825 fueron expulsados por miembros de la Armada de la antigua Secretaría de Guerra y Marina.
Al reafirmarse nuestra independencia y luego de que Agustín de Iturbide fracasara en su intento de convertir a México en un imperio y no en una república popular, federal y democrática, es cuando los Insurgentes verdaderos independentistas y a pocos meses de que llegara al cargo el primer presidente de México, Guadalupe Victoria, se decide crear en el fuerte de San Carlos de Perote, Veracruz, la primera escuela de cadetes para formar soldados defensores de nuestra patria.
El fuerte de San Carlos está ubicado en un lugar estratégico no lejos de Veracruz, el principal puerto del país durante siglos y en el camino hacia la histórica Ciudad de México. Desde entonces la escuela de cadetes cumplía una doble función: era un colegio para la enseñanza de estrategias militares, pero también era un cuartel, un fuerte, una muralla, para evitar que ningún invasor penetrara al interior del territorio y llegara hasta la capital de nuestra república.
Por eso, cuando la invasión estadounidense a México en 1847, en ese fuerte, el ejército mexicano enfrenta e intenta detener a los extranjeros. Existe la leyenda que en la defensa de ese fuerte los soldados mexicanos fueron alentados por el espíritu de Guadalupe Victoria, porque en ese entonces todavía allí pertenecían sus restos – antes de que fueran trasladados al Ángel de la Independencia– pues él siendo originario de Tamazula, Durango, siempre había luchado en Veracruz, y como uno de los fundadores del Colegio Militar había decidido vivir los últimos días de su fecunda existencia en el fuerte de San Carlos.
En ese tiempo de la invasión estadounidense, cuando se cometió un gran abuso por parte del presidente de Estados Unidos Polk y del Congreso de ese país de declarar la guerra y mandar tropas para invadir nuestro territorio, aun cuando en todo el país, tanto en las costas como en el interior, en los pueblos, en las ciudades, hubo actos destacados y sublimes en defensa de la patria, la gesta heroica de los jóvenes cadetes del Colegio Militar en el Castillo de Chapultepec, es lo que más ha enaltecido a las Fuerzas Armadas y es lo que ha llegado hasta lo más profundo de nuestros sentimientos de nuestro sufrido y glorioso pueblo de México.
La defensa del Castillo de Chapultepec por los niños héroes, el 13 de septiembre de 1847, adquiere una enorme relevancia, no sólo por el arrojo, el valor, de los cadetes del Colegio Militar que ofrecieron su vida por defender a la patria, sino porque se lleva a cabo tres días antes del 16 de septiembre, día de nuestra independencia nacional y cuando en ese entonces se comete otra canallada de los invasores porque se de iza la bandera estadounidense en Palacio Nacional. Para remachar, el 2 de febrero de 1848 se firma el Tratado de Guadalupe Hidalgo, en el cual se legaliza el gran zarpazo que significó que nos quitaran más de la mitad de nuestro territorio.
En ese ambiente de tristeza y desolación, sólo el recuerdo del heroísmo de los defensores de la patria y, en particular, la valentía de los niños héroes, sirvió de bálsamo para aliviarnos y recobrar y fortalecer la siempre viva dignidad del pueblo de México.
Otro momento estelar de este Colegio se registra cuando militares de alto rango, defensores de la dictadura porfirista, inician la asonada para consumar la traición y asesinar al Apóstol de la Democracia, Francisco I. Madero.
Es célebre la Marcha de la Lealtad cuando cadetes del Heroico Colegio Militar escoltan al presidente Madero hasta el Palacio Nacional, donde se había iniciado la rebelión contra su legal y legítimo gobierno.
Amigas y amigos:
Por su origen popular y por esa formación nacionalista, las Fuerzas Armadas de México siempre han sido leales a nuestro pueblo, respetuosas de las autoridades civiles y, hasta en los tiempos de mayor entreguismo de autoridades civiles, las Fuerzas Armadas han mantenido su postura de defender la independencia y de la soberanía de México.
Asimismo, en la Revolución, buenos y leales militares, en vez de secundar al huertismo se sumaron al llamado que hizo el gobernador de ese entonces, de Coahuila, Venustiano Carranza, para fundar el actual ejército el 19 de febrero de 1913 y combatir a los usurpadores.
Luego del triunfo revolucionario el Colegio Militar siguió formando a soldados de alto rango, leales al pueblo de México, y se introdujo en la enseñanza la vocación por la libertad, la justicia, la democracia y la defensa de la soberanía nacional.
Ahora en esta nueva etapa de transformación de México, las Fuerzas Armadas están cumpliendo a cabalidad sus cinco misiones fundamentales: la de defender a la nación; la de garantizar la seguridad interior; la de apoyar en el desarrollo social; la de contribuir al progreso de México y la de auxiliar a la población civil en casos de desastres y de otras calamidades.
Ahora más que nunca se ha reafirmado el carácter popular no elitista de las Fuerzas Armadas y ha quedado de manifiesto que los soldados que, como siempre he dicho, son pueblo uniformado, saben, con profesionalismo aprendido en el Colegio Militar, con disciplina y con convicción, hacer valer la paz y la tranquilidad sin el uso excesivo de la fuerza y con absoluto respeto a los derechos humanos.
Ahora, en este Colegio Militar y en todas las escuelas del ejército, la Fuerza Aérea, la Armada y de la Guardia Nacional, se imparten materias para no cometer abusos de autoridad y recordar siempre lo que decía quien fue director, por cierto, de este Heroico Colegio Militar, el general Felipe Ángeles: “la política no es un fin, la Revolución no es un fin, son medios para hacer hombres a los hombres. Nada es sagrado excepto el hombre, y agregaría la mujer. Hay algo frágil, débil, pero infinitamente precioso, que todos debemos defender: la vida”.
Jóvenes cadetes, hombres y mujeres, familiares que los acompañan; sigan estudiando con dedicación y recuerden una célebre anécdota de cuando el padre de Vicente Guerrero lo visitó en su campamento y fue a ofrecerle, en nombre del virrey, "una fuerte cantidad” para que abandonara la lucha por la independencia de México e inclusive le dijo “con dramáticas palabras”, que pensara en la "triste situación en que estaba su esposa e hija. Guerrero escuchó, conmovido, a su padre. Lo acompañó en su llanto y, llamando a sus soldados, les dijo: compañeros; ¿veis a este anciano respetable? Es mi padre; viene a ofrecerme empleos y recompensas en nombre de los españoles. Yo lo he respetado siempre a mi padre; pero mi patria es primero…”.
¡Que viva el Honorable Colegio Militar!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
Ciudad de México, 30 de noviembre de 2023