Discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador en el 50 aniversario del golpe de Estado en Chile

Discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador en el 50 aniversario del golpe de Estado en Chile

Discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador en el 50 aniversario del golpe de Estado en Chile

2023: Año de Francisco Villa, el revolucionario del pueblo

 

10/09/2023

Presidente Gabriel Boric,

Amigas y amigos,

Pueblo hermano de Chile:

Les cuento que soy originario de Tabasco, el estado más tropical de México; de joven, con mucho esfuerzo llegué a estudiar, becado, a la Universidad Nacional Autónoma de México. Allí en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales aprendí lo básico para luchar por mis ideales humanistas.

Durante el primer semestre de la carrera me tocó enfrentar lo terrible que fue el golpe militar en Chile. El maestro de la materia “Ciencia Política” nos propuso un análisis del proceso chileno. Se trata de Raúl Olmedo, un buen maestro, marxista. En esa clase revisamos el texto El Estado y la Revolución de Lenin, y con ese marco teórico vislumbramos la terrible posibilidad de un golpe de Estado, que se consumó el 11 de septiembre de 1973, hace 50 años. Esto me impactó mucho, me marcó. El presidente chileno Salvador Allende, que todavía gobierna con su ejemplo, es el dirigente extranjero que más admiro, quien más sentimientos me genera. Fue un humanista, un hombre bueno, víctima de canallas. 

Se decía en aquel tiempo, hablando precisamente del presidente Allende, que ser joven y no ser revolucionario era una contradicción. Pero ser revolucionario no necesariamente implica tomar las armas. El propio presidente Allende eligió un camino diferente, aun cuando muchos opinaban que sólo mediante las armas podía mantenerse en la Presidencia y evitar que lo asesinaran. Él era un pacifista. Por eso, aquello fue un crimen horrendo. El que opta por la lucha armada sabe que se trata de vencer o morir. Pero el que no quiere la violencia para su pueblo ni para nadie y ve con profundo respeto, con profundo amor incluso, al adversario, no merece ser tratado de esa manera. La traición de Augusto Pinochet fue abominable, es una mancha que no se borra ni con toda el agua de los océanos.

El presidente Allende nos dejó muchas lecciones de humanismo, dignidad y democracia. De él aprendimos que la mejor forma de lograr una verdadera transformación depende en mucho del esfuerzo que hagamos para despertar la conciencia cívica, del cambio de mentalidad en nuestros pueblos, no sólo de un grupo o una minoría, sino de amplios sectores de la población, de una mayoría lo suficientemente poderosa para establecer un nuevo orden social y político. 

Desde luego, esta revolución de las conciencias para construir una fuerza transformadora requiere de mucho trabajo educativo con la gente y de predicar con el ejemplo; exige temple, convicciones y perseverancia, pero, sobre todo, demanda de definición y acciones en favor de los más necesitados, en favor de los pobres.

En nuestro caso, la estrategia política que seguimos y que nos ha dado buenos resultados se podría resumir en la frase “por el bien de todos, primero los pobres”. Es un timbre de orgullo el constatar que a pesar de la pandemia y de la crisis económica precipitada por ese azote y por la guerra en Ucrania, hemos logrado reducir durante nuestro mandato la pobreza en México, también algo muy importante, hemos logrado reducir la desigualdad, como no había ocurrido en décadas en nuestro país. Pero además del humanismo que implica esta política, tenemos que tener presente, no olvidar, que atender a los más pobres, a los más necesitados, a los desposeídos, a los humillados, es también tener la certeza del apoyo de muchos para transformar una realidad de opresión y alcanzar el ideal de vivir en una sociedad mejor, más justa, igualitaria y fraterna. 

Sin el apoyo del pueblo, no habríamos podido resistir la intensa campaña en contra nuestra  por parte de los medios informativos, los medios de manipulación, expertos en la calumnia y, repito, en la manipulación.  Hemos sido fieles, pues, al precepto del mejor presidente que hemos tenido en México, Benito Juárez: “con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada”.

 

Amigo y compañero, presidente Boric: 

Usted es heredero del pensamiento del libertador O’Higgins y de los ideales del presidente Salvador Allende, apóstol de la democracia de la República de Chile y ejemplo de dignidad en el mundo; usted representa también a un pueblo que vio nacer a dos de los mejores poetas del mundo, de universo, a la excepcional Gabriela Mistral y al inolvidable Pablo Neruda, ambos vinculados estrechamente a México, a mi país, como el propio presidente Allende y como los miles de chilenos que encontraron refugio y solidaridad en nuestra patria, que ha sido, es y seguirá siendo también la patria de los chilenos. 

Usted, presidente Boric, siempre será respetado y admirado por nosotros. Al pueblo de Chile y de México los une la historia, la fraternidad y el anhelo de construir, seguir construyendo, una auténtica democracia.

¡Que viva Chile!

¡Viva Salvador Allende!

¡Viva México!

 

Santiago de Chile, 10 de septiembre de 2023

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