2021: Año de la Independencia
PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Buenos días.
Pues esta mañana nos da mucho gusto que estén aquí con nosotros quienes van a recibir los premios de arquitectura y de ingeniería por parte de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México. Vamos a llevar a cabo esta ceremonia.
Nos da mucho gusto que nos visiten, que estén aquí. Sobre todo, una felicitación, un abrazo afectuoso, respetuoso a quienes van a recibir estos premios muy, muy merecidos, por su trayectoria profesional y por lo que han aportado al desarrollo de nuestro país, de México.
Si les parece, vamos a darle la palabra al arquitecto Ricardo Rodríguez y continuamos.
RICARDO RODRÍGUEZ ROMERO, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE INGENIEROS Y ARQUITECTOS DE MÉXICO (AIAM): Muy buenos días a todos.
Licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Licenciada Rocío Nahle García, secretaria de Energía.
Ingeniero Jorge Arganis Díaz Leal, secretario de Comunicaciones y Transportes.
Nuestros queridísimos amigos, colegas: arquitecto fray Gabriel Chávez de la Mora, Premio Nacional de Arquitectura 2020; y el ingeniero Francisco Garaicochea Petrirena, Premio Nacional de Ingeniería 2020.
Ingeniero Javier Jiménez Espriú.
Bienvenidos todos. Muchas gracias por acompañarnos.
Hoy es un día de júbilo para los ingenieros y para los arquitectos mexicanos. Una vez al año se reconoce la trayectoria profesional y la excelencia en el ejercicio de un arquitecto y de un ingeniero, y hoy se entregan por el presidente de la República los premios nacionales correspondientes al año 2020.
La selección del premio proviene de un ejercicio democrático e impecable, donde únicamente pueden ser propuestos y seleccionados profesionistas ampliamente destacados y reconocidos con una trayectoria de excepción, así lo establece el estatuto de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México, la organización gremial cuya historia se remonta a 1868, siendo la primera en América Latina bajo la presidencia del licenciado Benito Juárez García, quien vio nacer y cobijó a esta asociación que unía a los ingenieros y arquitectos del país en bien de la sociedad y en la búsqueda de la construcción de un mejor país.
No puede existir mayor orgullo profesional y satisfacción que recibir un premio que han decidido otorgar sus iguales a los ingenieros y arquitectos del país.
Saludo con mucho afecto y reconocimiento al ingeniero Javier Jiménez Espriú y al ingeniero Fernando Bravo, premios nacionales de Ingeniería 2008 y 2010; y asimismo, al arquitecto Alberto González Pozo y al arquitecto Joaquín Álvarez Ordoñez, premios nacionales de Arquitectura 2017 y 18, que hoy nos acompañan.
Una ceremonia austera, motivada por los efectos de la pandemia que aqueja al mundo, a México y a sus ciudadanos. En el futuro nada volverá a ser igual, pero nunca habrá un impedimento para reconocer a hombres y mujeres, ingenieros y arquitectos que han forjado y ayudado a construir nuestro país.
Cualquier ser humano disfruta de la arquitectura y la entiende como el arte de tener la mejor calidad del espacio habitable. Podrá ser emblemática, icónica o social, pero el arquitecto al final antepondrá la calidad del espacio, el espacio que es para los humanos. Ese es el fin de la arquitectura y es el legado de los arquitectos a la sociedad.
Y qué decir de los ingenieros, siempre en el frente, combatiendo con las condiciones físicas, meteorológicas y ambientales para proyectar y construir las obras que el país requiere, que la sociedad necesita, interminable lista de especialidades, obras marítimas, hidráulicas, de transporte, de infraestructura, de comunicaciones; obras todas cuyo principal beneficiario es el pueblo de México, la sociedad que realmente necesita ese camino rural, el puente para unir comunidades y acortar distancias, la carretera para poder salir a vender sus productos o el agua de vida para sus cosechas y para la vida misma de nuestra gente y de sus familias.
Gran responsabilidad recae en los arquitectos y en los ingenieros para seguir haciendo de México un país próspero, productivo y autosuficiente.
Los ingenieros y los arquitectos tenemos un punto de coincidencia, se manifiesta en una frase muy simple: no se puede construir destruyendo. Estamos aquí para sumar, para aportar conocimiento, experiencia y talento. Así hemos logrado construir y seguiremos construyendo México.
Nuestro trabajo también ha logrado trascender fronteras, obras de ingeniería y arquitectura en varios países del mundo, nos permiten sentir el orgullo de ver su trabajo en suelos y en culturas ajenas.
Agradecemos a usted, señor presidente, el que entregue el día de hoy los premios nacionales 2020 a un ingeniero y a un arquitecto excepcionales.
Licenciado López Obrador:
Hoy es un día de reflexión, el premio nacional por primera vez en su historia se otorga a un ingeniero petrolero formado en la Universidad Nacional Autónoma de México, el ingeniero José Francisco Garaicochea Petrirena; y también, por primera vez, a un fraile benedictino, el arquitecto fray Gabriel Chávez de la Mora, formado en la Universidad de Guadalajara, en la primera generación de arquitectura.
Y no venimos a reconocer las grandes edificaciones, estamos aquí para celebrar que hay mexicanos que han entregado todas sus capacidades en cuerpo y alma por el bienestar de los mexicanos.
En el trabajo social y en la corrupción no está usted solo, señor presidente. Aquí tiene a dos grandes hombres que representan los más altos valores de la sociedad y que representan a los gremios enteros de ingenieros y arquitectos, pero que adicionalmente son los mejores ejemplos de lo que somos capaces de hacer en bien de la sociedad.
De manifiesto queda, con la suma de esfuerzos del gobierno y de la sociedad, que es factible alcanzar metas que antes parecían inalcanzables. En este combate a la corrupción compartimos su pensamiento. Las universidades y la vida misma nos han enseñado a enfrentar adversidades, a ser competitivos, a imponer y anteponer ideas antes que desaprovechar los escasos recursos de los mexicanos.
Desde jóvenes fuimos formados en la búsqueda de obras y proyectos realizados en el menor tiempo, con la mayor calidad y al menor costo posible.
Es un terreno donde aún queda trabajo por hacer. La corrupción permeó en todos los estratos sociales y hoy es un mal arraigado que hay que seguir combatiendo.
Trabajando juntos, gobierno y sociedad civil, alcanzaremos las metas del México que queremos para nuestros hijos y para nuestros nietos. Por ello, pugnamos por la transparencia y lo invitamos a reflexionar sobre el acuerdo publicado recientemente que declara diversas obras públicas como de seguridad nacional.
Con voluntad política, las obras deberán ser de la mejor calidad, al menor costo y dentro del tiempo proyectado. Las agrupaciones gremiales, como lo es la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México, la cual me honro en presidir, son organizaciones sociales que buscan el bien de la nación y de las personas a base de un trabajo honorífico y honesto, y con la obligación de compartir el conocimiento y la experiencia para difundirlos.
Fortalecer a las organizaciones gremiales es encontrar sustento para que quien debe tomar las decisiones lo haga siempre con el respaldo del conocimiento y de la experiencia.
En estos 19 meses de pandemia y con el apoyo de las nuevas tecnologías de trabajo a distancia nuestras asociaciones han venido analizando temas relacionados con el futuro de las ciudades. Encontramos grandes corporativos desocupados a lo largo y ancho de las ciudades; espacios que todavía hace unos cuantos meses eran concentradores de trabajo; centros de educación y formación profesional semivacíos y, por otra parte, y durante muchos meses, constatamos hospitales rebasados en su capacidad de atención a los enfermos por la pandemia y, en consecuencia, capacidad limitada para atender a pacientes con diferentes padecimientos.
Los arquitectos, urbanistas e ingenieros de diversas especialidades iniciamos una serie de conferencias y análisis que nos permitieran la reflexión de cómo lograr un proceso reversivo del daño que enfrentamos como sociedad, donde la convivencia familiar, la salud y la educación son las asignaturas más importantes. La conclusión: humanicemos a las sociedades.
Hemos aprendido mucho. Especialistas en cada materia y funcionarios del gobierno federal nos han permitido tener claridad de metas. Entre el diagnóstico y la propuesta se abre un campo fértil para el desarrollo humano.
Si las ciudades son lugares de encuentro antes que cualquier otra cosa, la ciudad debe de ser su espacio público, un espacio seguro y de calidad. Ahí es donde ocurren muchas actividades no indispensables, los ciudadanos salen a disfrutar y, en consecuencia, es una mejor manera de vivir, una manera de vivir feliz.
El ser humano en esta nueva vida necesita más actividades plenas y la vida deberá desarrollarse más al interior de los propios barrios o colonias. Debemos de aprender de la enseñanza que nos está dejando la pandemia. Construyamos la vida social al interior de las comunidades y de los barrios. Hoy es la oportunidad de buscar ese nuevo orden. Los ingenieros y los arquitectos hoy estamos mucho mejor preparados para enfrentar estos retos del futuro.
Señor presidente:
A nombre de los ingenieros y arquitectos y del mío propio, agradezco la entrega de los premios nacionales y la oportunidad de compartir con usted nuestros conocimientos y experiencia para que todos juntos luchemos por un México más justo y por un México mejor.
Muchísimas gracias.
MODERADOR: Vamos a escuchar ahora la lectura de la semblanza del arquitecto fray Gabriel Chávez de la Mora en la voz del arquitecto José Francisco Reygadas Valdez, presidente de la Academia Nacional de Arquitectura.
PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Despacio, despacio, tenemos mucho tiempo.
JOSÉ FRANCISCO REYGADAS VALDEZ, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA NACIONAL DE ARQUITECTURA: Gracias, señor presidente.
‘La arquitectura es el testigo insobornable de la historia’. Bella, muy bella frase, muy bella definición de nuestro premio nobel de Literatura 89, Octavio Paz: La arquitectura es el testigo insobornable de la historia’.
Señor presidente:
Hoy, el gobierno de la República honra a través de la más antigua organización profesional de nuestro gremio, la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México, propuesto por la Academia Nacional de Arquitectura, a un hombre heredero de la mística tradicional medieval y del espíritu renacentista y comprometido con sus raíces prehispánicas y profundamente mexicanas: Gabriel Chávez de la Mora.
Gabriel Chávez de la Mora nace en Guadalajara en 1929, iniciando sus estudios universitarios como ingeniero civil, terminando con honores como arquitecto, siendo el primer egresado de la Universidad de Guadalajara y se funda en ese entonces la Escuela Tapatía de Arquitectura.
Hoy, a los 92 años de edad, es un testimonio vivo y activo de la entrega de un hombre a su oficio, dedicado por decisión propia en su congregación a trabajos, construyendo espacios de reconocida habitabilidad; pero sobre todo, con grandes aportaciones artísticas, culturales y sociales, no sólo en edificaciones religiosas, pues ha construido escuelas y recintos culturales para la educación, atendiendo comunidades de niños y jóvenes de escasos recursos y en donde además se ha desempeñado como un reconocido artista en el campo de la pintura, la escultura y el grabado.
Su conocimiento de las disciplinas técnicas y humanísticas trasciende su profesión, pues también es un filósofo que en su creatividad intelectual y material entiende a las mujeres y a los hombres para satisfacer sus necesidades de espacio para habitar poniendo su capacidad al servicio integral de la sociedad.
Aquí estamos viendo sólo una pequeña muestra de las obras que a lo largo de su vida ha producido. Honrando la regla de su propia congregación religiosa, fundada por Benito de Nursia a principios del siglo VI en la Abadía de Montecasino, Italia, ora et labora, reza y trabaja, que desde siempre ha tenido muy en cuenta el aprovechamiento de la luz solar según las distintas estaciones del año para conseguir equilibrio entre el trabajo, la meditación y el sueño. Esa regla que le daba autoridad al patriarca del monasterio que tenía la obligación de consultar con el resto de la comunidad los temas más importantes. Una condición de obediencia, es cierto, pero también de democracia y que seguramente por ello fray Gabriel pide una dispensa para que, en apego a la regla de su trabajo, sea la arquitectura.
Gabriel Chávez de la Mora es un hombre humilde, alegre y dedicado y a la vez profundamente introspectivo, incansable investigador de los símbolos de la humanidad y en particular del arte sacro de todos los tiempos.
Los méritos del arquitecto son reconocidos por su gremio y por la sociedad, y su testimonio en piedra, madera, cristales multicolores entre otros materiales son muestra patente y elocuente de lo que puede ser ya considerado un patrimonio artístico y cultural de los siglos XX y XXI en nuestro país.
Hacemos votos para que sobra sea conservada y mantenida con la protección del INBAL, Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Ha colaborado con prestigiados arquitectos a lo largo de su carrera como Pedro Ramírez Vázquez y José Luis Venlliure en la Basílica de Guadalupe.
Fue discípulo distinguido de José Villagrán García, Julio de la Peña, así como codiscípulo de Mathias Goeritz entre muchos otros, y con Ignacio Díaz Morales principalmente, que fue el fundador de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara.
En sus obras destacan el profundo compromiso con la austeridad y el minimalismo, que no es lo mismo que el concepto superficial de lo barato; prueba de ello es la permanencia de la materialidad que emplea para perdurar al paso del tiempo.
No omitimos mencionar que el arquitecto Chávez de la Mora ha sido candidato un par de ocasiones al Premio Nacional de Ciencias y Artes en la rama de las bellas artes, que a través de la Secretaría de Educación Pública y la de Cultura se convoca anualmente y que con ese sentido y con su permiso, señor presidente, hacemos un respetuoso llamado al gobierno de la República para separar de manera distintiva en el mencionado premio a cada una de las bellas artes, como ya lo es la literatura, y cada una de las demás, como la pintura, la escultura, la danza, la música, el cine y la propia arquitectura, que tengan un reconocimiento independiente y sin competencia, porque cada una por sí misma posee sus propios valores que, sin duda, contribuyen a la identidad de nuestra nación.
Sin demeritar a ninguna entre las bellas artes, la arquitectura juega un papel protagónico en la cultura de los pueblos porque, con un sentido práctico, de utilidad, acoge a un sinnúmero de manifestaciones expresiones culturales de la sociedad en espacios y recintos para habitar.
Recordemos que la arquitectura está presente en la vida del ser humano desde que nace hasta que muere y permanece; la arquitectura le da espacio al maestro para educar, al enfermo para curarse, al político para hacer política. Este es un espacio arquitectónico, el Salón Tesorería, diseño de Vicente Mendiola Quezada en 1929. O sea, la arquitectura está presente permanentemente.
Destaco este concepto porque existe una sentencia que dice que los arquitectos no hacen la arquitectura, sino que es la arquitectura la que hace a los arquitectos, y hoy podemos constatar con el reconocimiento que se otorga a fray Gabriel Chávez de la Mora, el Premio Nacional de Arquitectura, que es precisamente la arquitectura la que ha hecho arquitecto a este gran mexicano, hombre ejemplar de su tiempo.
Muchas gracias.
MODERADOR: El señor presidente de la República, licenciado Andrés Manuel López Obrador, hace entrega del Premio Nacional de Arquitectura 2020 al arquitecto fray Gabriel Chávez de la Mora.
(ENTREGA DE PREMIO)
MODERADOR: Vamos a escuchar ahora las palabras del galardonado arquitecto fray Gabriel Chávez De la Mora.
GABRIEL CHÁVEZ DE LA MORA, PREMIO NACIONAL DE ARQUITECTURA 2020: Señor presidente, Andrés Manuel López Obrador, y personalidades que nos acompañan y presiden esta celebración, ceremonia.
En esta ceremonia, entre los que nos presiden, está también el ingeniero, don Francisco José Garaicochea, que también será galardonado junto conmigo.
Agradezco al arquitecto Francisco Reygadas Valdez, presidente de la Academia Nacional de Arquitectura, el mostrar la presentación y semblanza que me hizo, con afecto y todo el respeto.
Le agradezco, señor presidente, don Andrés Manuel López Obrador, que haya aceptado entregarme este reconocimiento nacional, que honra a nuestro gremio, la arquitectura, del Premio Nacional de Arquitectura 2020, galardón otorgado por conducto de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México, que preside el arquitecto Ricardo Rodríguez Romero.
Lo recibo como un estímulo para continuar con entusiasmo este servicio profesional de la arquitectura, que es mi ministerio y diaconía como religioso benedictino y presbítero.
Mi actividad como arquitecto ha sido principalmente del género religioso, arquitectura de iglesias, de sus conjuntos y anexos y el arte sacro, artes y artesanías que integran a la arquitectura, arquitectura religiosa, litúrgica, en propuestas contemporáneas.
Esta, mi labor, ha respondido a una etapa importante de cambios en la Iglesia católica, el Concilio Vaticano II, tanto en obras nuevas como en la adaptación de las obras anteriores.
La Iglesia católica, hace ya más de 50 años en su Concilio Ecuménico Vaticano II revisó sus estructuras en un esfuerzo inspirador de adecuación a la época; por lo tanto, revisó su culto, su liturgia. Fue un retorno de las fuentes recuperando valores, retirando adiciones y, desde luego, en la lengua del lugar, propiciando la participación en las celebraciones. Esta renovación provocó en la arquitectura de las iglesias nuevas expresiones.
Bien sabemos, la arquitectura es resultado-consecuencia de las actividades que alberga, la forma arquitectónica es consecuencia de lo que acude dentro de ella, lo que desempeñan sus moradores. Así, los cambios litúrgicos pidieron espacios nuevos.
La centralidad de la liturgia como cumbre y fuente de toda la actividad de la Iglesia provocó nuevas organizaciones pastorales y por eso nuevos espacios celebrativos con sus anexos y servicios.
De estos conceptos, entre otras cosas, dirigí yo un programa arquitectónico para un centro parroquial, teólico ideal, pero modélico, Centro Pastoral Casa del Pueblo de Dios, haciendo guías y diagramas para facilitar su uso, su planeación y diseño.
Con los nuevos materiales y nuevas técnicas constructivas son posibles nuevos espacios, conformes y adecuadas a las celebraciones renovadas.
He preferido una arquitectura modesta, de austera sencillez, destacando la verdad en sus materiales, no ya las místicas formas y alturas del arte gótico ni los brillos y roleos del Barroco; formas nuevas de sencillez funcional, pero con la misma carga de poesía y de belleza y de mensaje inspirador.
Considero que la arquitectura integra artes y artesanías, y así se manifiestan de manera muy importante en la arquitectura religiosa. Por eso he diseñado pinturas, esculturas, relieves, vitrales, mosaicos, mobiliario, equipamiento, el ajuar litúrgico, orfebrería, insignias, vestimentas, ornamentaciones, hasta artes gráficas; todo lo que complementa y se integra al diseño arquitectónico.
Agradezco a las agrupaciones y asociaciones, instituciones que me han postulado a este premio. Lo asumo con responsabilidad y entusiasmo.
Agradezco este reconocimiento y lo comparto con mis profesores y compañeros de las primeras generaciones de nuestra Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara.
Agradezco a quienes, confiando en mis propuestas, me han encomendado tareas.
Gratitud desde luego, a tantos que me han ayudado o colaborado conmigo: arquitectos, ingenieros, artistas, artesanos y trabajadores.
Así también, agradezco a mi comunidad benedictina, monjes benedictinos de la Abadía del Tepeyac, que me han permitido asumir encomiendas como ministerio exterior.
¿Le hago una petición?
PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Sí.
GABRIEL CHÁVEZ DE LA MORA: Que su gobierno no recorte presupuestos; al contrario, que los robustezca, los presupuestos destinados a las entidades que velan por la protección, restauro, reconstrucción o mantenimiento de tantos edificios del amplio patrimonio cultural de nuestra historia, edificios que han sufrido afectaciones por el tiempo, los años, el clima, la naturaleza y hasta por los sismos.
Muchas gracias, muchas gracias.
MODERADOR: Vamos a escuchar enseguida la semblanza del ingeniero Francisco José Garaicochea Petrirena en la voz del ingeniero Javier Jiménez Espriú, Premio Nacional de Ingeniería 2008.
JAVIER JIMÉNEZ ESPRIÚ, PREMIO NACIONAL DE INGENIERÍA 2008: Señor presidente de la República.
Miembros del gabinete.
Señor presidente de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México.
Miembros del presídium.
Premios nacionales.
Distinguida concurrencia.
Amigas y amigos de los medios de comunicación:
Honrar honra, se dice en casi todos los eventos en los que se distingue a una persona a quien sus pares reconocen sus méritos superiores, al grado de que la expresión se ha vuelto un lugar común.
Hoy no es un lugar común, sino un sincero reconocimiento a la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México por la magnífica decisión de otorgar al ingeniero petrolero Francisco Garaicochea Petrirena el Premio Nacional de Ingeniería 2020.
En el mismo sentido recuerdo que dicen en la cúpula de la Academia de Francia antes de la elección de nuevos miembros: ‘Las elecciones son imprevisibles, después son inexplicables’. Tampoco es hoy el caso aquí. La designación que hoy nos convoca era claramente previsible y, por lo tanto, no requiere de explicación alguna.
Hoy la AIAM cubre una deuda pendiente con credenciales en exceso a muchos años que el ingeniero Garaicochea debía haber recibido la distinción de que hoy es objeto.
Como en otros reglones de la vida nacional, a veces las restricciones legales —se nombra a un solo Premio Nacional de Ingeniería cada año— retrasan la impartición de la justicia que debiera ser clara, como lo es en este caso, y expedita, como en este caso no lo ha sido, pero nunca es tarde cuando llega el bien hacer.
Los valores que concurren en la persona del ingeniero Garaicochea, no se limitan a lo que con facilidad se deduce de la relación de actividades que durante su vida ha llevado a cabo nuestro homenajeado. Relación por una parte larga, porque la vida ha sido generosa con él; rica, por cuanto le ha permitido estar en espacios y en tiempos de trascendencia fundamental para la patria que ama; y extraordinaria, porque su dedicación profesional la ha ejercido siempre con la calidad de la excelencia, con la incansable tenacidad de quien busca siempre lo mejor y con la ética más estricta del hombre de bien.
Su biografía no tiene espacios sin llenar con excelencia en todos los renglones que marcan las condiciones para nuestra distinción. Ingeniero destacadísimo, dedicado, estudioso, firme, exigente, primero consigo mismo, de recio carácter y de buen carácter a la vez, de ética, sin concesiones ni fracturas, generoso en la entrega de sus conocimientos a sus discípulos y a sus compañeros de profesión, hombre de cultura singular e incansable luchador en la defensa del patrimonio de la nación en un área en la que ha sido líder indiscutible y portavoz perene y pertinaz, área sensible, está hoy como no debió haber dejado de estar nunca en un primer plano de interés para el desarrollo de la nación.
No voy a incurrir en la lectura de su prolijo currículum vitae que han convertido en imágenes los artistas que han hecho el vídeo que nos acompañan, quiero mejor hacer algunas reflexiones sobre el ejemplo que ha significado para quienes hemos tenido el privilegio de conocer al ingeniero Garaicochea, su labor profesional nacionalista y ofrecer a las futuras generaciones con su ejemplo la imagen de lo que debe ser el ingeniero mexicano.
Que su legado como profesional y como ciudadano sea un tiempo, punto de encuentro y de partida para los futuros ingeniero de México
Que aprendan de su trayectoria por la vida.
Que no puede existir un ingeniero de excelencia sin ideología ni identidad nacional y que la ingeniería sin ello es sólo comercio y quienes así la practican, mercaderes que se contratan, con frecuencia sin escrúpulos al mejor postor.
Francisco Garaicochea Petrirena, petrolero de raigambre, de abolengo, de corazón, que ha dedicado su vida a México en esa industria extraordinaria que ha sido y debe ser siempre Petróleos Mexicanos, es un personaje que responde con su actitud permanente a la advertencia que hace casi un siglo Ortega y Gasset hacía a los actores de nuestra profesión: ‘Vean ingenieros —decía— cómo para ser ingeniero no basta con ser ingeniero’.
El filósofo español expresaba así lo que debe ser el ingeniero y que Francisco Garaicochea representa sin tacha, un profesional de excelencia con la consciencia de que no se estudia una profesión para ejercerla toda la vida, sino se debe estudiar toda la vida para ejercer con excelencia la profesión. Con profundos conocimientos de su especialidad y con cultura, sensible al dolor de la pobreza y con ética profesional y personal sin cuarteaduras; con todos esos ropajes de los que el ingeniero nunca se debe desprender, interesado en todo lo que al hombre interesa. Convencido con el filósofo español, quien recordaba que durante el Renacimiento la ingeniería se inscribía en el campo del humanismo.
El ingeniero Garaicochea, consciente, como deben ser los ingenieros de que la técnica no es un fin, sino una herramienta, y que la sabiduría exige de sensibilidad para aplicarla en la forma más conveniente para la sociedad, ha tenido siempre presente, y por ello su pasión en su empeño, en que su labor no se limitaba a colaborar para explotar y producir los energéticos que la nación requiere, sino que se hacía desde Petróleos Mexicanos, Pemex, que no es sólo una empresa productora de insumos energéticos y petroquímicos, sino además -y fundamentalmente- la empresa símbolo de la soberanía y la identidad nacionales.
Ingeniero Garaichochea:
Su designación hoy como Premio Nacional de Ingeniería 2020 nos llena de júbilo y de esperanza, y nos permite a quienes, como yo, hemos recibido la misma distinción, sentirnos un poco menos incómodos, menos usurpadores de honores que otros merecieran antes que nosotros.
Sabemos que este premio será para usted un nuevo estímulo para continuar con su ejemplo desde las laderas de la montaña augusta de la serenidad, como la llamaba Nervo, comprometiéndonos a todos con su pacto invariable con la verdad, siempre lleno de dinamismo y de razones al seguir luchando por México, cada quien con sus armas, y cada quien desde sus propias atalayas, sin descanso, con pasión, con entrega y con patriotismo.
Señor presidente López Obrador:
Es para los ingenieros mexicanos un alto honor y un gran estímulo el que usted entregue el Premio Nacional de Ingeniería 2020 al ingeniero Francisco Garaicochea Petrirena. Su presencia y el celebrar este acto en el Palacio Nacional nos enorgullece y nos compromete. Por eso, quienes hemos recorrido con nuestro homenajeado un tramo del camino con propósitos comunes, quienes hemos luchado, seguimos y seguiremos luchando por la soberanía y el patrimonio energético de México, estamos obligados hoy más que nunca a emular a nuestro homenajeado en la medida de nuestras capacidades, en su decisión invariable de lograr un México mejor y transmitir a las próximas generaciones la importancia de la superación permanente, y la de los valores del profesionalismo, de la ética y del nacionalismo.
Esté usted seguro, señor presidente, que los ingenieros mexicanos estamos siempre, estaremos siempre, como el ingeniero Garaicochea, al servicio de México.
MODERADOR: El señor presidente de la República, licenciado Andrés Manuel López Obrador, entrega el Premio Nacional de Ingeniería 2020 al ingeniero Francisco José Garaicochea Petrirena.
(ENTREGA DE PREMIO)
MODERADOR: Vamos a escuchar ahora al ingeniero Garaicoechea Petrirena.
FRANCISCO JOSÉ GARAICOCHEA Y PETRIRENA, PREMIO NACIONAL DE INGENIERÍA 2020: Tengo siete minutos para hablar, pero entiendo que, como dice el dicho, a buen entendedor, pocas palabras.
Quiero, en primer lugar, manifestar mi más profundo reconocimiento a los ingenieros que voy a mencionar, que ya han fallecido y que nunca en vida recibieron el reconocimiento que merecían.
En primer término, al ingeniero Francisco Inguanzo Suárez, formador y primer presidente del grupo de Ingenieros Pemex Constitución del 17. A raíz, se formó este grupo, de la inflación de reservas para Chicontepec y también a su oposición a la inyección de nitrógeno en Cantarell, situación que no ha sido remediada hasta la fecha, se sigue inyectando, comprando nitrógeno y quemando a la atmósfera gas natural con un alto contenido de condesados.
Mi reconocimiento también al maestro y sabio ingeniero Juan (inaudible); al ingeniero Antonio Dovalí Jaime, al ingeniero José Ortiz Cobo, Eduardo Loreto Mendoza, Alfonso López Herrera, Norberto Domínguez Aguirre, Celestino Pérez Rosales, Mario Villalobos Luna, Eduardo Barrueta Centeno, Rodolfo Ruiz Montalvo, Gustavo Benítez Rubio y Walter Friedeberg Merzbach. A todos ellos, mi mayor reconocimiento y espero que algunos de sus compañeros, familiares estén oyendo este mensaje.
Con relación a mi participación, no quiero desaprovechar la oportunidad de hacer alguna recomendación y la recomendación que hago es que se lleve a cabo, que se realice la propuesta del ingeniero Eduardo Barrueta Centeno, publicada en la revista Ingeniería del Petróleo, de David Shields, y que consiste brevemente en la construcción de plantas criogénicas que permitirán aprovechar el condensado que se produce en los principales yacimientos del litoral de Tabasco.
Voy a terminar mi intervención indicando que sería yo también un invitado de piedra si no hubiera yo propuesto esta recomendación para que se aproveche al máximo el gas y el condensado de los yacimientos que poseemos en el litoral de Tabasco.
Agradezco profundamente el gran privilegio y el favor de recibir de nuestro presidente este premio que quiero compartir con todos los compañeros del grupo Ingenieros Pemex Constitución del 17. Muchas gracias, señor presidente.
También quiero agradecer a algunos familiares que me acompañan por su presencia en este recinto.
Muchísimas gracias estimados miembros de mi familia.
Es todo.
Muchas gracias.
MODERADOR: Vamos a escuchar ahora el mensaje del señor presidente de la República, licenciado Andrés Manuel López Obrador.
PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Bueno, nos da mucho gusto que en Palacio Nacional se entreguen estos reconocimientos muy merecidos al arquitecto fray Gabriel Chávez y al ingeniero Francisco José Garaicochea, dos sabios en sus especialidades. Creo que es un día muy especial para todos los mexicanos, para el gobierno que encabezo, el hacer este homenaje a estas dos personalidades excepcionales.
Estamos comprometidos con la conservación del patrimonio histórico, cultural, arquitectónico de México, estamos trabajando en eso.
Fray Gabriel, como lo ha solicitado, porque sabemos la importancia que tiene nuestra historia que, como decía Cicerón, es la maestra de la vida, si no sabemos de dónde venimos difícilmente vamos a saber hacia a dónde vamos, estamos llevando a cabo un programa para conservar sitios arqueológicos de la época prehispánica. México es un país de una riqueza cultural, arqueológica excepcional en el mundo.
Y estamos haciendo lo mismo en cuanto a la conservación de edificios, de templos coloniales, también de mucha belleza. Baste decir que, por los daños de los sismos, estamos llevando a cabo todo un programa de reconstrucción de espacios públicos y en especial de templos que se están reconstruyendo. Todavía no terminamos por lo específico del trabajo de reconstrucción de estas obras que, usted sabe bien, requieren de mucho cuidado, pero se está avanzando y vamos a terminar de atender todos estos daños que se causaron con el sismo el año próximo. Muchos templos en Chiapas, en Oaxaca, que estamos reconstruyendo.
También en lo que tiene que ver con la arquitectura actual de nuestro tiempo se están llevando a cabo muchas acciones para construir nuevos espacios arquitectónicos y se le da preferencia al que se puedan rehabilitar espacios y construir espacios nuevos para la recreación, para la cultura, para el arte en colonias populares, que estamos interviniendo en espacios urbanos, en 100 municipios de nuestro país están trabajando cientos de arquitectos que en colonias marginadas, muy pobres, están haciendo edificaciones, obras que han sido premiadas, con este concepto que usted nos expuso, sobre todo quien le presentó, de que lo austero no tiene que ver o no necesariamente es lo barato; y lo feo, lo austero es bello. Y con esa idea y también con darle a la arquitectura una dimensión social, se están haciendo todas estas obras.
Agradecerle mucho por su contribución a la arquitectura.
En el caso de la ingeniería, lo mismo, estamos trabajando en todos los frentes de la ingeniería, estamos construyendo puertos, estamos construyendo y rehabilitando en hidroeléctricas, en lo que es la ingeniería hidráulica, desde luego presas, canales de riego, estamos construyendo aeropuertos.
Estamos haciendo algo que no se hacía en mucho tiempo, estamos haciendo vías férreas como no se veía en muchos años. Acuérdense de lo que fue el inicio de la ingeniería para la comunicación por ferrocarril de todo nuestro país, cómo desde la época del presidente Juárez se inició la construcción del ferrocarril de la Ciudad de México a Veracruz y se terminó con el presidente Sebastián Lerdo de Tejada. Fue el primer ferrocarril, 600 kilómetros.
Luego, en el periodo porfirista, pues se comunicó todo el país más de 20 mil kilómetros de vías férreas y se continuaron construyendo vías férreas después de la Revolución; pero se fue abandonando toda la construcción de vías férreas, que en otros países se mantuvo. Aquí se tomó la decisión de abandonar este tipo de transporte, sobre todo para pasajeros, y ya sabemos que en los últimos tiempos pues desaparecieron, se canceló el transporte de pasajeros en trenes, toda la historia de México; quedaron sólo los trenes de carga.
Entonces, para nosotros es un timbre de orgullo el que en este sexenio vamos a construir cerca de dos mil kilómetros de vías férreas para trenes modernos en el país.
Otra cuestión que es importante destacar es de que están trabajando, en todas las obras que está realizando el gobierno, ingenieros de nuestro país y empresas mexicanas, son las que tienen los contratos de obra más importantes que ha otorgado el gobierno. Esto no sucedía tampoco, quién sabe por qué razón se le daba preferencia a empresas extranjeras, que eran las que predominaban en los últimos tiempos; ahora estamos procurando, sin cerrar el país a empresas de otros lugares, darle preferencia a los ingenieros y a las empresas nacionales.
Y termino reconociendo la labor del ingeniero Garaicochea, que es una eminencia en todo lo relacionado con la industria petrolera, un hombre con experiencia. Él encarna la industria del petróleo y en especial lo que es la industria petrolera nacional, el que este recurso de todos los mexicanos se utilice bien, de manera racional y en beneficio de nuestro pueblo. Es un ingeniero nacionalista, de los que sacó adelante la industria petrolera.
Recuerden la historia, recordemos todos la historia, de cómo se tomó una decisión patriota en 1938 porque el petróleo era explotado por empresas extranjeras. Se fueron los extranjeros y dejaron la consigna, la maldición de que no íbamos a poder los mexicanos, de que no iban a poder los técnicos mexicanos sacar adelante la industria petrolera, que los íbamos a ir a buscar de nuevo.
Con el ingenio y el trabajo, el compromiso en favor de México de los obreros y de los técnicos mexicanos, salió adelante la industria petrolera y creció de manera extraordinaria, no comprábamos combustibles en el extranjero, éramos autosuficientes, se construyeron nuevas refinerías, se desarrolló la industria petroquímica como nunca y éramos un ejemplo a nivel mundial, incluso en desarrollo tecnológico, el Instituto Mexicano de Petróleo.
Pues todo eso durante el periodo neoliberal se abandonó y se esmeraron en destruir lo que se había hecho después de la expropiación petrolera. Duele decirlo, pero acabaron con la industria petrolera, en especial con la petroquímica, dejaron convertidas en chatarras todas las plantas, un saldo completamente negativo, contrario al interés nacional.
Y lo mismo hicieron con la industria de la refinación, imagínense que en todo el periodo neoliberal no se construyó una sola refinería, la última refinería que se construyó, la de Salina Cruz, es de la época del ingeniero Garaicochea, se inauguró en 1980 y ya habían empezado a vender partes de las refinerías, plantas al interior de las seis refinerías que se construyeron y que estamos ahora rehabilitando.
Ahora el cambio en la política es que podamos procesar toda nuestra materia prima. Por eso estamos rehabilitando las seis refinerías, se compró la refinería de Texas o la parte correspondiente a Shell porque, en vez de construir, 1992, una refinería aquí, se decidió construirla en Texas y hacer una sociedad con Shell, pero una sociedad muy peculiar en donde Pemex tiene el 49.9 de las acciones y Shell el 50.1, y esto le permite a Shell administrar la refinería y decidir sobre las utilidades, que siempre se reinvirtieron, y todo el tiempo Pemex no obtuvo ninguna utilidad.
Afortunadamente, y esto lo tengo que decir y reconocer a los directivos, empresarios de esta petrolera extranjera que aceptaron vendernos su parte para que esa refinería pertenezca a la nación, se está recuperando esa refinería.
Y, como ustedes saben, se está construyendo una nueva refinería en Dos Bocas.
Y estamos también reiniciando los trabajos de una coquizadora en Tula, que había quedado abandonada.
Y con todo esto vamos a lograr la autosuficiencia en producción de combustibles, no vamos a seguir vendiendo petróleo crudo y a seguir comprando combustibles, porque es como vender naranja y comprar jugo de naranja. Esta es una política nueva completamente y lo estamos haciendo con el apoyo de los trabajadores y de los técnicos, de los ingenieros petroleros.
Estamos rescatando a Pemex como estamos rescatando también a la Comisión Federal de Electricidad, con los trabajadores y con los ingenieros electricistas. Dos empresas públicas fundamentales para el desarrollo de nuestro país, palancas para el desarrollo de México.
En cuanto a la extracción de petróleo crudo también cambió la política, ya no se está invirtiendo una cantidad suficiente, como lo hicieron, de recursos para explorar y extraer petróleo en el norte o en las aguas profundas, donde, o no hay petróleo o cuesta mucho extraerlo.
Durante mucho tiempo la mitad de la inversión en Pemex se destinó a eso, la mitad de la inversión, al norte. Y uno dice ¿por qué? Por la corrupción, porque no les importaba, aunque parezca increíble, extraer petróleo o extraer gas, lo que les importaban eran los contratos que se entregaban, jugosos contratos a empresas nacionales y sobre todo a empresas extranjeras.
¿En qué consiste el cambio ahora?
En destinar la inversión donde está el petróleo, en tierra, en aguas someras, en el sureste.
Y estamos explorando, hemos corrido con suerte, hemos encontrado nuevos yacimientos, estamos disminuyendo el costo de extracción, que ya estaba cerca de 15 dólares por barril, ya estamos ahora extrayendo petróleo a costos de cuatro dólares por barril. Estos son los cambios que estamos llevando a cabo.
Y, al mismo tiempo, haciendo el compromiso de no extraer más de lo que necesitamos para nuestro consumo interno. No vamos —aunque tenemos reservas— a extraer más de dos millones de barriles diarios mientras estemos en el gobierno, porque tenemos que ser responsables y entregar a las nuevas generaciones la herencia que les corresponde, no podemos nosotros achicar los campos petroleros.
El ingeniero Garaicochea hablaba de lo que se hizo, de inyectar y que hasta la fecha, como lo mencionó, se está haciendo nitrógeno en Campeche, en el mar de Campeche para extraer más petróleo. Esto produjo una explotación irracional y un desperdicio y ese campo, que era de los más importantes del mundo, se agotó prácticamente. Pero en ese tiempo, cuando tomaron esa decisión, se llegaron a extraer tres millones 400 mil barriles diarios, nada más que ese fue el precio que pagamos, de que ahora apenas estamos extrayendo un millón 750 mil barriles, la mitad.
Y ese gran campo Cantarell, que nos permitió contar con muchos recursos, porque durante todo el tiempo que Cantarell estuvo produciendo, el 40 por ciento del presupuesto nacional dependía de los ingresos del petróleo.
Entonces, tenemos que cuidar los recursos, no actuar de manera irracional.
Y decirle al ingeniero Garaicochea, que le vamos a seguir haciendo caso en todo, como buenos alumnos, porque él es un maestro, es un sabio y además es un defensor de ese recurso natural que es el petróleo, propiedad de la nación, propiedad de todos los mexicanos.
Y la verdad, la verdad, muchas gracias por aceptar que se hiciera aquí la ceremonia, en este Palacio Nacional, que es una joya de la arquitectura, que se empezó a construir hace 500 años y que es propiedad de la nación, es de todos los mexicanos y de los arquitectos y de los ingenieros, y de todo el pueblo de México.
Muchas gracias, muchas gracias.
MODERADOR: Concluye así, ingenieros y arquitectos de México, esta ceremonia de entrega de los premios nacionales de Ingeniería y Arquitectura 2020. Agradecemos la presencia de todos ustedes.
Despidamos ahora cariñosamente al señor presidente de la República, licenciado Andrés Manuel López Obrador.
PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Muchas gracias y ofrecerles una disculpa hora a los integrantes de los medios, pero mañana sí va a haber preguntas y respuestas, mañana no vamos a informar nada nosotros ni va haber ningún acto especial; pero el día de hoy sí queremos dedicarlo por completo a homenajear a los ingenieros y a los arquitectos de México y ya mañana preguntas y respuestas, porque si abrimos ahora a preguntas y respuestas los vamos a aburrir a nuestros invitados, que lo que merecen es un aplauso.
Y nos vemos mañana.
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